Después de haber pasado por el primer volumen de nuestro Top 10 de excusitas de oro de los morosos, podrías pensar que lo has visto todo en la carrera por eludir los pagos. Pero, como en los Juegos Olímpicos, siempre hay nuevas modalidades y «atletas» que se destacan por su creatividad a la hora de esquivar sus responsabilidades. Esta vez, nos centramos en otras nuevas excusitas, que pueden sonar inofensivas pero que, si las analizamos bien, se parecen más a una pirueta de gimnasia rítmica, llena de giros, chirivueltas y, al final, siempre la misma caída: no vas a cobrar hoy.
Lo que estas excusas tienen en común, además de intentar retrasar el pago indefinidamente, es algo más insidioso: la financiación implícita que tú, como afectado, le estás otorgando a tu moroso. Mientras esperas pacientemente a que «todo esté en orden» o «el jefe lo autorice», estás financiando a esa empresa o cliente, con la generosidad de no cobrar intereses por una deuda que ya lleva un tiempo pendiente.
Así que, no te engañes: cada día que pasa sin recibir lo que te deben, es un pequeño préstamo que haces. Y aunque ellos lo llamen “un pequeño retraso”, en el mundo real tiene un nombre mucho más claro: financiar su caradura con tu dinero.
Vamos a ver alguna de estas excusas de oro en acción y, como siempre, le añadimos un toque de humor y sarcasmo para que la espera no se nos haga tan amarga.
Las típicas excusitas de oro de los morosos. Vol II
3. Estoy en plena mudanza y todo es un caos
Esta es una excusa tan inestable como la torre de cajas que supuestamente está bloqueando el camino hacia tu pago. «Todo es un caos», te dicen, como si la mudanza implicara que los servidores, cuentas bancarias y conexiones a Internet están tan desorientados como ellos. Parece que el cambio de dirección de la oficina también afecta mágicamente su capacidad de hacer transferencias.
De alguna manera, una mudanza, que debería ser algo temporal y manejable, se convierte en una especie de agujero negro administrativo donde desaparecen facturas, plazos y obligaciones. Claro, empacar unas cuantas cajas puede ser un reto, pero ¿realmente el caos es tan grande que ni siquiera pueden transferir el dinero que te deben? No olvidemos que vivimos en la era de los teléfonos móviles y la banca online, donde literalmente puedes hacer una transferencia mientras estás en pijama.
Ah, entiendo, las cajas bloquean la señal del wifi.
Aquí es cuando te das cuenta de que tu dinero está atrapado en una burbuja de cartón y cinta adhesiva… hasta que el caos termine. Pero claro, nadie te dice cuándo será eso.
¡No te preocupes! Yo también estoy pensando en mudarme… de cliente. ¡Espero que lo tuyo se resuelva antes de que yo encuentre a un nuevo cliente que no me salga tan caro como tú!
4. Estamos esperando a que el jefe lo autorice
Esta es una de las joyas más burocráticas del universo de excusas, casi digna de una medalla de plata por su capacidad para frustrar. Todo está en orden, pero necesitas la bendición de un ser etéreo e incorpóreo llamado «El Jefe» para liberar los fondos. Y ese «Jefe», por supuesto, está en alguna especie de misión secreta que le impide, momentáneamente, apretar el botón de autorizar el pago.
Cuando escuchas esta excusa, es como si estuvieras compitiendo en una carrera de relevos, pero el que tenía que pasarte la antorcha decidió tomarse un descanso en la zona de los refrescos. Lo que hace este pretexto tan exquisito es su aparente formalidad: todo está listo, pero dependemos de un último movimiento, que nunca parece llegar.
Es casi como si estuvieras pidiendo la firma de un presidente para aprobar una ley. Y claro, en su ausencia, la burocracia queda paralizada. Mientras tanto, tú sigues financiando su negocio, confiando en que, algún día, «el jefe» recordará que tiene una factura pendiente contigo.
¡No, por dios!, en ningún caso querría que el jefe se sintiera excluido del proceso de pagarme. Dile por favor que le estoy esperando con un café …¡y con mi número de cuenta!
Así que ahí lo tienes: dos excusas más dignas de oro puro en la disciplina del esquivar pagos. Y mientras sigues lidiando con estas pruebas de paciencia y agilidad mental, no olvides que cada día que pasa sin cobrar, estás, en esencia, prestándoles dinero sin intereses. O, mejor dicho, regalándoles tu valioso tiempo y esfuerzo. Porque, si lo piensas bien, ya es hora de que alguien te pague por participar en estos Juegos Olímpicos de la Morosidad.
Las excusas parecen interminables, y con cada una de ellas, el moroso se siente como un campeón, esquivando obligaciones con la destreza de un gimnasta olímpico. Claro, para ellos, cada nueva excusa es una pequeña victoria; se van a dormir pensando que, una vez más, han logrado retrasar lo inevitable.
5. Te he enviado el pago, debería llegar en cualquier momento
Esta excusa es un verdadero clásico de la morosidad. Su efectividad claramente se basa en la ambigüedad. “Debería llegar en cualquier momento” es el tipo de frase que te deja esperando en el andén de la vida, mirando a lo lejos, esperando que el tren del pago llegue… pero ese tren, como todos sabemos, nunca llega.
Aquí el moroso ya se siente como si hubiera cumplido su parte del trato, dándose una palmadita en la espalda por “haber hecho el pago” (o por lo menos haber dicho que lo hizo). Mientras tanto, tú te quedas revisando tu cuenta bancaria cada cinco minutos, preguntándote si el banco se ha tomado vacaciones o si existe un agujero negro que absorbe transferencias antes de que lleguen a destino.
Para el moroso, esta excusa tiene un doble beneficio: no solo retrasa el pago, sino que también lo pinta como alguien diligente, que ya ha cumplido. Es una gran estrategia para ganar tiempo sin esfuerzo, como un verdadero artista de la morosidad.
¡Perfecto! Entonces, el dinero está en algún lugar entre Narnia y mi cuenta bancaria. Mientras tanto, seguiré pagando mis facturas con mi infinita paciencia
¡Pero no te preocupes! Según ellos, el dinero “está en camino”. Solo tienes que sentarte y esperar pacientemente, porque en cualquier momento… ¡PUM! El milagro de la transferencia sucederá.
El moroso ha jugado su carta maestra: ya ha “cumplido”, y ahora la pelota está en el campo de los bancos, las plataformas de pago o de quién sabe.
Ah, fantástico. Debe estar en una carrera de caracoles. ¡Vamos, transferencita, tú puedes!
6. Te hago la transferencia mañana sin falta
¡Bienvenidos a Tomorrowland! sólo que en este festival la música electrónica es sustituida por las patrañas de un dj que te está tomando el pelo, tu moroso. Así que no esperes al subidón del temazo y déjales las cosas claras a dj Perezoso: o me pagas de una put* vez o te las verás con mi katana.
Y es que «te hago la transferencia mañana sin falta» es otra obra maestra de la dilación. Aunque quizás esta nos toca un poquito más la moral. O al menos a mi particularmente me la toca (la moral, digo).
Porque es una excusa que se viste de buena fe, una promesa vacía que suena tan bien que casi te convence de que, efectivamente, mañana va a ser el gran día. Pero claro, cuando el «mañana» llega, hay una nueva excusa para justificar por qué no se cumplió la promesa.
El mañana nunca llega, y el moroso sigue durmiendo tranquilo, habiéndote engañado una vez más.
Esta excusa te coloca en un falso estado de esperanza. Ya te ves refrescando la app del banco al día siguiente, casi seguro de que, esta vez, el dinero estará ahí. Pero cuando vuelves a comprobar y nada ha cambiado, el moroso tiene la excusa lista: algo se ha complicado, pero no te preocupes, lo hará al día siguiente. Y así, el ciclo continúa, con una carrera sin meta y tú, esperando como si estuvieras apostando en una lotería que nunca va a salir.
…A ver si lo he entendido bien; entonces, si mañana no he recibido la transferencia, ¿debo asumir que tu ‘sin falta’ viene con garantía extendida?
¡Kia, MediaMarkt! apartaos de enmedio que no le llegáis ni a la suela de los zapatos a mi moroso en lo que a garantías se refiere. ¡Tomad nota y aprended del maestro!
Bueno, ya sabes lo que dicen, los pagos que llegan ‘en cualquier momento’ son como los unicornios: siempre se habla de ellos, pero nadie los ha visto.
Y así hemos llegado al final de este recorrido por otras cuatro excusitas de oro del moroso, cada una más ingeniosa (y desesperante) que la otra. Desde la promesa del pago que “debería llegar en cualquier momento”, hasta el famoso “mañana sin falta”, pasando por la mudanza caótica o el jefe autoritario que no autoriza nada, todas estas excusas tienen algo en común: son solo formas de ganar tiempo, mientras tú sigues financiando involuntariamente a tu moroso favorito.
Pero aquí está la verdadera lección: una excusa es solo una excusa, y cuanto antes lo entiendas, mejor. La capacidad del moroso para crear razones fantásticas para no pagarte no tiene fin, pero tu paciencia sí. Cada día que aceptas una de estas excusas, te alejas un paso más de lo que es tuyo, y lo único que consigues es prolongar el juego.
Es hora de dejar de aceptar excusas. Tu tiempo, esfuerzo y trabajo tienen valor. No permitas que las promesas vacías se conviertan en tu día a día. Exige lo que te corresponde, ponte firme y no te dejes atrapar en el círculo vicioso del “mañana”. Si el moroso siente que puede seguir jugando contigo, lo hará. No dejes que se sientan como campeones, y recupera lo que es tuyo.
¿Y tú, amigo lector?
¿Tienes algún moroso en tu vida que te amarga la existencia? ¡Pues únete a nuestro particular club de la lucha! Aquí, nos saltamos las primeras reglas para gritarlo bien fuerte: ¡Paga de una vez, carajo!
Te invitamos a que nos cuentes aquí tu historia. Somos tu altavoz, tu espacio para desahogarte. No estás solo en esta batalla, y juntos podemos hacer más ruido. ¡Dale caña a tu moroso!
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